Particular Tour - Viva La Vida Alegre Y Divertida

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Pedalear sobre mi bicicleta, sintiendo el frío y el calor, recorriendo el mundo que me rodea, conociendo ese mundo elevado sobre el aire de los neumáticos, es el ejercicio de mi vida, es el ejercicio de vivir con voluntad de vivir, con fuerza de voluntad, pedaleando “consentido” por la vida, con sentido común y con mucho sentido del humor. Y progresar frente a mi mismo con mi esfuerzo, venciendo la resistencia de la ruta y de la intemperie, es el premio que me alza a la gloria de los vencedores.

La subida de hoy es más dura que el maldito Mont Ventoux en pleno mes de Julio subiendo en bailón al ritmo endiablado de los mejores, estirando el cuello para no quedarme de la rueda de Lucho Herrera, tremendo escalador colombiano, pedalista antológico. Parece que uno lleva la rueda descentrada y que a cada giro se frena contra el chasis de la bicicleta, ¡maldita sea!, ya se me fue el escarabajo.

La chicharra afina su garganta y canta desde las lomas de tierra seca, al borde de la carretera, que se derrite bajo el sol. Las piernas se me han vuelto torpes y duras, pesadas, no me dejan avanzar, se han entregado al calvario. En la meta pierdo más de dos minutos. Pero también hay gloria para mí en la cumbre. Soy un insecto más pero no soy un insecto menos. Seguro no soy tan grande como quisiera ser, como a menudo creo que soy elevado en un aire de grandeza ignorante que me hace creerme liviano como para enfrentar cualquier pendiente, que es como enfrentar cualquier abismo insondable, ni tan pequeño como sería sin ese afán por querer ser más grande, más fuerte, más alegre, más ágil, más amable... sin ese afán, en fin, por querer ser mejor.

Mañana enfrentaré otra prueba, una etapa más de mi interminable Tour du France, ésta vez en las empinadas rampas de Alpe D´Huez, disputando rueda con Bernard Hinault, con Peter Winnen, con Patrocinio Jiménez, apretando los dientes con la alegría de verme entre los magníficos. Pero también con mucha timidez, pues la criba de las duras rampas de la montaña habrán vuelto un tres al pelotón en el que se refugiaba mi humilde identidad.

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