El clasista ignorante político

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Existen ignorantes políticos que hacen asociaciones perversas por simple clasísmo y por una cabalgante pereza ante la reflexión personal que inspiraría cierta lástima sino fuera porque ser clasísta es parecido a ser racista. Ser clasista es algo despreciable, es algo que convierte a ese ignorante político en un sinvergüenza peligroso, dispuesto a pisotear los derechos de los más desfavorecidos por la desigualdad económica y social imperante.

El ignorante político piensa que el pobre es un delincuente, que el desplazado es un guerrillero camuflado y que el pensamiento de izquierdas es solo un proyecto político que premia la vagancia y la pereza y castiga el esfuerzo. El ignorante político es también ciego compulsivo pues con solo mirar un poco a su alrededor, fuera de esos lugares idílicos en los que él se aísla de la realidad, podría ver quién trabaja de verdad y produce la riqueza con su esfuerzo diario: podría ver al cortero que corta la caña de azucar que endulzará su relajado desyuno y conocería el sufrimiento al que es sometido en insoladoras y largas jornadas bajo el sol infernal del cauca y abrasado por el fuego de las quemas a cambio de un salario de pobreza, condenado a la miseria bruta; el ignorante politico también podría ver quién levanta esos edificios de lujo, ladrillo a ladrillo, metro a metro, muerto a muerto, pues el lujo se sostiene sobre la sangre de los humildes, en esos barrios de estratos altos en los que él vive y al que los especuladores han hecho multiplicar el precio, que no el valor. Un precio que el ignorante político paga cegado por el orgullo y la vanidad sin ver la estafa en la que cae, pero que sabe que impone unas fronteras a los humildes que solo podrán cruzar con el salvoconducto de "servicio doméstico".

Politizar a este pueblo humillado y robado durante décadas, politizarlo como han hecho Gustavo Petro y La Bogotá Humana, Hollman Morris y su Canal Capital y todos los activistas políticos y de defensa de los derechos humanos que trabajan en Bogotá, democratizando la educación y la sanidad, democratizando la cultura y la vivienda, los derechos sociales y laborales, la diversidad y la justicia, ha sido lo más grande, lo más importante que ha sucedido en la política y la sociedad colombiana desde miles de muertos atrás, cuando se tuvieron que iniciar los "cien años de soledad". Politizar a la gente ha conseguido que el miedo haya comenzado a cambiar de bando. Le recomiendo al ignorante político que empiece a leer y que sobre su propia experiencia y reflexión, con conocimiento, vea si es capaz de seguir defendiendo esos argumentos falsos y huecos que no se sostienen sobre las frágiles patas de su habitual corta y pega.

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