El abrazo en común de las personas decentes.

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En estos días que concentran años, en los que sucumbe el concepto de democracia al tiempo que se aplasta al pueblo griego bajo la maquinaria de guerra financiera del eurogrupo y el FMI, no podemos entregarnos a la derrota, no podemos claudicar. ¿Quién dijo que iba a ser facil? No abandonemos al pueblo griego ahora que está siendo humillado por su ilusionante y emocionante defensa de la soberanía y de la democracia. No lo abandonemos porque comenzaremos a abandonar también nuestro impulso natural hacia la conquista de la dignidad y de la solidaridad,  del sentido común de todos los derechos para todos. 

Ríen a carcajadas burlonas los traidores al pueblo, la casta indecente instalada en ésta democracia representativa ficticia que solo representa a las élites mundiales. Ríen sobre los cuerpos de los desahuciados y los excluidos, sobre los cadáveres de sus víctimas, mientras cuentan los millones que han ganado en ésta batalla con el arma de destrucción masiva de la deuda. 

Tal vez seguirán riéndose sobre nuestros cuerpos inertes durante mucho tiempo, ahora cada día parece un año, tal vez hasta que seamos más quienes, al menos, tengamos el criterio y la valentía suficiente para atrevernos a enfrentar las consecuencias que la búsqueda de la conquista del anhelo infinito de vivir con dignidad y ser libres nos plantee. 



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